Turrón casero

Durante los días felices de la Navidad un producto está siempre presente en las mesas españolas y también en las de muchos países de América del Sur: el turrón, un dulce elaborado a base de almendras y miel, de gran poder energético y que goza de la preferencia de todos los niños. El turrón tradicional, el elaborado con almendras o avellanas tostadas y miel, tiene un curioso origen que se remonta nada menos que al reinado de Felipe IV, es decir, al siglo XVII. Eran unos tristes días del año 1640 en los que las tropas de este monarca asediaban la ciudad de Barcelona, sublevada entonces contra la autoridad real. El asedio duró 15 meses y durante el mismo los víveres escasearon. Por este motivo las autoridades de la ciudad abrieron un concurso entre sus habitantes con objeto de hallar un alimento que no se corrompiese y que fuese capaz de aportar las energías que los habitantes tanto necesitaban. 

A un confitero apellidado Turrones se le ocurrió hacer una mezcla de almendras y miel y presentarla entre dos obleas. Ganó el concurso y así nació el turrón, que en homenaje a su inventor lleva su nombre. Hoy día esta golosina se elabora con otros productos como chocolate, huevo, mazapán, etc… Una de las modalidades más famosas y apreciadas es la de Jijona, un turrón blando que se obtiene con almendras, finamente trituradas, y que ha dado renombre a esta ciudad de la provincia de Alicante. El turrón se presenta siempre en forma de «ladrillo», pero algunos confiteros, con vocación de escultores, son capaces de realizar con esta pasta verdaderas obras de arte, que, a veces, se exhiben en los escaparates de los establecimientos.