Como podar árboles frutales

La poda de los árboles frutales no tiene como finalidad la obtención de efectos decorativos, sino que está encaminada a obtener tres resultados: producir la máxima cantidad de frutos sin afectar a su buena calidad, mantener la producción durante largos años y facilitar la tarea de los obreros encargados del cuidado de los árboles y de la recolección de los frutos. Las ramas de los árboles contienen dos tipos de yemas: las de leño, que darán lugar al desarrollo de las ramas, y las florales, de donde nacerán las flores y, por tanto, los frutos. 

El arboricultor sabe reconocer a cuál de los dos tipos pertenece cada una de ellas e imagina su futuro desarrollo. Se practican dos podas. La poda de madera, que permite obtener el equilibrio de las ramas alrededor del tronco central y repartirlas regularmente de acuerdo con un dibujo uniforme para un mismo huerto. Esta poda evita el desarrollo anárquico de las ramas. La poda de frutos tiene como objetivo la eliminación de parte de las yemas y la conservación de un número limitado de las mismas. Las yemas que se conservan podrán aprovecharse de una savia abundante sin agotar al árbol y, por otra parte, su posición y la distancia de una a otras serán las favorables para el desarrollo de los frutos y para su maduración. Si los frutos fueran demasiado numerosos o estuvieran demasiado cercanos entre sí, serían pequeños y duros. La poda que tiene como finalidad equilibrar los árboles se efectúa en invierno, cuando la savia reposa. La que quiere regular el desarrollo se practica en primavera. Las reglas de la poda difieren de acuerdo con las especies, las costumbres del jardinero y los resultados que se desee obtener. Las herramientas del podador son sencillas: la navaja podadora y la tijera para las ramas pequeñas, y el serrucho para las más gruesas. Actualmente empiezan a utilizarse serruchos neumáticos, principalmente para podar las vides.