Como cultivar lúpulo

El lúpulo es una planta herbácea vivaz. Cada primavera sus tallos volubles, de aproximadamente diez metros de altura, trepan por las estacaso los altos alambres oblicuos que se instalan con este fin. Sus frutos, conos escamosos, están cubiertos de una resina pulverulenta, la lupulina, que es soluble en agua y que proporciona a la cerveza su aroma y su amargor. Se planta el lúpulo para períodos de veinticinco o treinta años, y se hace únicamente por esquejes, de forma tal que sólo se tengan pies femeninos, que son los únicos que dan frutos. Los esquejes, al igual que los injertos, conservan los caracteres y las cualidades de la planta madre. En determinados países se ha llegado a prohibir la posesión de pies masculinos, para evitar que se produzcan plantas híbridas. 

Los brotes cortados en primavera, se cultivan durante un año en viveros, y después se plantan en su emplazamiento definitivo. El lúpulo exige muchos cuidados. No gusta de la humedad y prefiere estar expuesto al sur, al abrigo de las ráfagas de viento frío. Cada otoño se cortan los tallos del año y se acolan los pies para el invierno. Durante la primavera, el crecimiento es rápido. Mediante lianas de paja se rodrigan los tallos a tutores, después de haberlos deshojado hasta una distancia de dos metros de su base. Los tallos se enrollan siempre en el mismo sentido que las agujas de un reloj. A finales del verano se colocan estacas o alambres en el suelo a fin de cosechar los frutos con la mano, en buenas condiciones. En las plantaciones racionalizadas, la tercera parte de los pies son tempranos, mientras que las dos terceras partes restantes son tardíos. Ello se debe a la conveniencia de repartir mejor el trabajo y de permitir que la maduración sea más fácil. Después de la cosecha, los frutos se ponen a secar en hornos durante varias semanas, sometidos a permanente vigilancia. Los renuevos jóvenes que surgen en primavera pueden ser consumidos como si se tratara de espárragos.