Como cultivar algodón

No existe un único algodonero, sino varios. Unos son arbustos, en tanto que otros son herbáceas. Su fruto, en cápsula, tiene forma de huevo. Cuando maduran, explotan y proyectan hacia el exterior sus semillas cuidadosamente envueltas en una abundante borra fibrosa, la cual se ha convertido, desde hace más de doscientos años, en una de las principales fibras textiles. El algodonero, que es originario de la India, se cultiva en plantaciones situadas en todas las regiones tropicales suficientemente húmedas. Las zonas en las que una estación seca sucede a una estación húmeda le son favorables, ya que las lluvias excesivas comprometen la recolección de los ligeros copos. Ciertas especies son anuales, mientras que otras son vivaces. Su altura puede variar desde un metro y medio hasta seis metros. El algodonero precisa de un suelo rico y ligero. La sucesión de cosechas en una misma superficie durante demasiados años, sin aportaciones de abonos naturales o artificiales, agota rápidamente la tierra. Después de la siembra se efectúa un aclareo y se practica un desmoche a setenta u ochenta centímetros de altura, de forma que se multipliquen los brotes laterales. Además, son necesarias varias escardas. 

Las cápsulas, cuando maduran, no se abren al mismo tiempo. Antiguamente se escalonaba la cosecha durante dos meses, mediante recogidas sucesivas. En la actualidad, cada vez son más empleadas las máquinas, cuya puesta a punto es larga; además, imponen una rigurosa selección de las semillas que se emplearán en la plantación. El valor del algodón depende de la longitud de sus fibras. En Estados Unidos y en Egipto se cultiva el algodón Jumel, cuyas largas hebras alcanzan cincuenta y cinco milímetros de longitud, en tanto que las demás variedades sólo llegan a treinta. De las semillas se extrae un aceite comestible.