Como injertar plantas

El injerto es una operación que consiste en asociar dos plantas: un patrón proporciona las raíces, y una.«púa», las ramas. Así, forman una sola planta, aunque ambas mantengan su vida propia, sus características, sus cualidades y sus defectos. Sin embargo, no todas las plantas aceptan los «matrimonios» que les imponen los jardineros. No existe una regla científica que permita saber qué plantas pueden unirse. Sólo la experiencia sirve de guía. Sabemos que no pueden efectuarse injertos en las palmeras, que el peral difícilmente se une a su pariente cercano el manzano, aunque lo hace con facilidad con el majuelo y que, por el contrario, pueden injertarse varias especies diferentes en un mismo sujeto. Para que un injerto tenga éxito, hay que poner en contacto tejidos jóvenes, en principio de las capas cercanas a la corteza, pues se sueldan con facilidad entre sí y se trata de una zona por la que discurre abundantemente la savia. Existen tres tipos clásicos de injerto: por aproximación; injerto inglés o de lengüeta e injerto por escudete o yema. En cualquier caso, hay que tener muy en cuenta que la savia pueda pasar fácilmente del patrón a la púa.

En el punto de unión de ambas cortezas se forma una cicatriz, a menudo muy abultada. El resultado del injerto depende de la facilidad manual de quien lo practicó. No se deben lesionar los tejidos frágiles, por lo que se opera con una cuchilla de hoja muy afilada que permite no aplastar los conductos cortados. De ahí que los cortes suelan hacerse al sesgo. La cuchilla de injertar acostumbra estar provista de una espátula de hueso que puede levantar las cortezas sin lesionarlas. El injerto permite obtener exactamente la planta deseada. Así, los viñadores franceses lograron conservar las tradicionales cualidades de sus viñas, a las que han incorporado la resistencia a los ataques de la filoxera propia de las cepas americanas.