Forma optima de enriar el cáñamo

Durante mucho tiempo, el cáñamo ha crecido en los campos de todas las regiones templadas. Sus fibras proporcionan telas bastas, pero también, y principalmente, cordeles y cuerdas. Desprende un olor característico, fuerte y embriagador. Sus semillas, los cañamones, son bien conocidas por los amigos de los pájaros y por los pescadores de caña; además, proporcionan aceite secante. El cáñamo, que se siembra después de las heladas en tierras de aluvión muy fértiles, se cosecha al terminar el verano, cuando sus hojas en forma de abanico empiezan a ponerse amarillas. Su altura puede llegar a 1,50 metros en Francia y a 4 metros en Italia. Para obtener hilaza de calidad regular, la cosecha se efectúa en dos partes. En primer lugar se arrancan los pies masculinos; después, al cabo de dos o tres semanas, los femeninos, que tardan más en madurar. Para extraer las fibras textiles de su corteza es preciso que el cáñamo, al igual que el lino, sea «enriado». 

Se trata de una fermentación, debida al agua y a ciertos microbios, que elimina la sustancia gomosa que mantiene adheridas entre sí las fibras y las recubre de un barniz, la «grasa», que les proporciona una calidad muy apreciada. El enriado se efectúa con el rocío de los prados, con el agua corriente de los ríos o con el agua dormida de los lagos o los pantanos. Según la temperatura del agua, esta operación puede durar entre uno y quince días, aunque siempre es más rápida en las aguas estancadas. También pueden desprenderse las fibras en pocos días mediante su secado en hornos. Los países con mayor producción son la India y, sobre todo, la U.R.S.S., que proporciona más de la mitad de la producción mundial. El cultivo de cáñamo ha descendido en todos los países europeos, excepto en Polonia, donde se utiliza el aceite de esta planta para producir barnices de calidad.